Como una caja de sorpresas
el piano se abrió
y la luz invernal
cambió a primavera.
Un revuelo de mariposas
llena la estancia.
La música
acaricia el crepúsculo
y un desgarro
se abre de pronto
dentro de mi alma;
un recuerdo lejano,
una voz que susurra
en el tiempo.
Veo los campos de trigo
donde corrí.
Bajo el sol del estío
no había más mundo
a dónde ir.
Bajo el sol del estío
no había más mundo
a dónde ir.
con su luz clara,
mi sueño acuna.
Niño soñador
de melancolía en la mirada
que las espigas saltaba
queriendo ser pájaro
o ser flecha disparada
hacia la nube
más alta del cielo.
Te busqué
rebasando las murallas
que se alzan
en los ojos del miedo
de un niño
de un niño
en la penumbra.
Las notas del piano
balanceando mi cuna
y tus caricias, madre, susurran
la nana de cada noche.
Me traen tus manos blancas
el aroma de las flores.
Me elevo en un pentagrama
hasta las nubes azules,
buscando la orquesta
de las aves
que acompañan al piano.
Miro la luna.
Todos los astros
están en tu mirada.
Ay, madre,
sigo sintiéndote ante mí,
protectora y abnegada.
Las sonrientes estrellas
y esa luna de plata
sobre el trigo
y esa vieja música
que aún se extiende
por todo mi universo.
Yo esperaba tu beso
y la hora de los cuentos
y la hora de tu canto
para oler en tu pelo
las hierbas del campo.
El piano deja correr los dedos
por el cabezal de mi lecho.
Un revuelo de mariposas
llena la estancia.
Niño soñador
de melancolía en la mirada.Cómo ahuyentaban tus nanas
la nieve de mis sábanas
y me rendía al sueño
contemplando tu cara
con la luz de la luna
en la ventana.
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