domingo, 12 de agosto de 2012

La bella durmiente


Tú y yo, amor, a caballo, por las suaves
laderas de un crepúsculo dorado.”
(L.A.de CUENCA)
Mientras tus labios me susurran al oído,
Observo atento
el mínimo movimiento del bosque,
de cada hoja que vira buscando la luz.
Tú me susurras con voz que arde
pero no puedo detenerme a escucharte
ni a mirar las estrellas en tus ojos.
La luna se ha escondido
y las hadas permanecen ocultas
con sus alas hechas girones.
La niebla blanca nos protege.
Galopamos durante la noche
por las suaves laderas del crepúsculo,
sin ser sentidos
por los seres de la oscuridad.
Te he despertado con un beso
de tu profundo letargo
de cien años.
La rueca sigue girando
dentro de los muros
de un palacio dormido.
Tú y yo, cabalgando lejos,
en busca de un nuevo horizonte.
¡Sigue susurrándome al oído
para no dejarte vencer
por el sopor del sueño,
mi Bella Durmiente!
Cuando los vasallos despierten
descubrirán que te has ido.
Se abrirán postigos y ventanas,
se despertarán las enredaderas del castillo
y la luz entrará en todos los aposentos.
Tú serás una princesa liberada de su maleficio.
Irel Faustina Bermejo
Publicado en el Ágora, papeles de arte gramático, nº28. Monográfico Luis Alberto de Cuenca.

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