domingo, 12 de agosto de 2012

De espaldas al paisaje

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No sólo el cielo, 
también las aceras,
los muros, hasta la lejanía, 
todo es azul.
Me detengo todas las tardes 
de espaldas al paisaje. 
La luz me cubre
junto a ese abismo abierto
 que me separa del pueblo 
que parece dormido 
por un hechizo.
Una alambrada con espinos
me recuerda que a este lado 
viven   los siervos. 
Las flores y los arbustos 
que se ven reverdecer 
no son reales.
Quizá quieran hacernos creer 
que son más felices que nosotros; 
me cuesta creerlo, 
nunca veo jugar 
a los niños por sus calles, 
ni besarse a los amantes.
Hasta las estrellas 
que fosforecen son de plástico.
No sé si estoy frente a un espejo
y soy ese muñeco que me mira
e intenta con timidez tocarme.
No sé si puedes reconocerme 
 si eres de carne 
 o un maniquí sin latidos, 
incapaz de emocionarte.
No sólo el cielo, 
hasta la lejanía, 
todo es azul.
Me detengo todas las tardes 
de espaldas al paisaje. 

© IREL FAUSTINA BERMEJO

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