- Tristes guerras
consumen como el cirio
la vida de los hombres.
Gélido silbo te estrecha,
retiene tu vuelo la noche
en la frontera.
El negro toro
muge homicida,
con las astas tiesas,
topando loco
tus palmeras.
Junto a la corriente
afligida
de agua y barbecho,
con armadura en tu pecho
de flor ceñida
a tu descanso,
tu joven cuerpo,
ya sin vida,
yaciente
entre las amapolas
del huerto.
Huele la noche tibia
a limón amargo,
a escarcha cerrada.
Luna que llora
desolada,
sangre y esqueleto
abraza.
Luna que huele a azahar,
tensa su arco
soñando paz.
Tristes hombres
con fusil y alfanje,
desenfundan
frías espadas.
Tristes sombras
que anhelan
negras batallas.
Triste, triste muerte
mutila tus alas.
Triste guadaña
acecha,
con garfios empuja
y con cornadas.
Tristes, tristes guerras
a los labradores
arrancan
de sus campos
para revolcarlos
como polvo
en la tierra.
Luna helada
que embiste desconsolada
y cubre a los muertos
con luz de plata.
(Poema dedicado a la muerte de Miguel Hernández,
inspirado en el poema “Tristes Guerras”)
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