2.- Reconstruirme, a pesar de la derrota;
alzarme sobre los escombros
de mi torre derribada.
Hállame la soledad, entre sombras,
como niña asustada,
aterrada por tanto dolor
no asimilado ni comprendido,
mucho menos expresado.
De pronto, un destello de luz
me abre los ojos
cansados de tanto llanto.
Ya no es tiempo de lágrimas,
no es la estación de las margaritas,
no hay azar ni astros
que nos acorralen.
No he encontrado
tréboles de la suerte.
Decido escalar este pozo profundo,
empapándome de sudor.
Abandono la torre destruida.
Declaro el giro que doy a mi vida,
¡La única vida que poseo!
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