llegas hundiendo tus rodillas
en el lodo
cuando aún no han madurado
los frutos
y las flores se pavonean
en el verde de los taludes.
Una guirnalda de luz
se ciñe a tu frente
con el oropel del sol
a tus espaldas.
Pareces un ángel
o un dios.
Tu luenga cabellera
ensortijada
te diferencia de los mortales.
Acompañado por la paloma
mensajera
de largo cruzas
ante la mirada de ojos
expectantes
que preguntan
¿Es un Dios
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